Día 5 – 9 de Septiembre de 2.015: Evreux-Rouen-Bajo Sena-Le Havre.
6:30 h. Y ha salido el solcito.
Al final, salimos hoy de Evreux. Pero antes de irnos nos
vamos a visitar su catedral gótica, la Cathédrale Notre-Dame, famosa por sus
vidrieras. Súper bonita.
Tuvimos mucha suerte pues encontramos un aparcamiento al
lado de la catedral. Según nos íbamos acercando a la catedral veíamos como
aparecían entre las viviendas sus torres y la aguja. Pero cuando llegamos a ver
el frente de la catedral, quedamos literalmente boquiabiertas. IMPRESIONANTE.
No había forma de poder sacar una foto, ya que era tan grande que no sabíamos
dónde ponernos.
Por el camino nos encontramos diversas pastelerías con
macarons por todas partes.
Siguiendo la calle, llegamos a la Place du Vieux Marché. En ella hay una
una iglesia futurista dedicada a Juana de Arco y a su lado una gran cruz que
señala exactamente el lugar de su muerte en el año 1431. Lo peor de todo es que
en ese momento la iglesia estaba cerrada.
Ya de vuelta hacia la catedral, nos paramos a comprar un par
de bocatas, de dulces y de bebidas y nos tomamos una opípara comida sentadas en
un banco frente a la catedral, acompañadas de unas palomas. La vista era desde
luego, inmejorable. Mejor que en cualquier restaurante de la zona.
Y por fin, entramos a ver la Cathédrale Notre Dame de estilo
gótico. Si era impresionante por fuera, por dentro tengo que decir que era
preciosa. Ahí se encuentra la tumba de Ricardo Corazón de León (aunque solo
está enterrado su corazón).
Después de despacharnos a gusto con la visita a la catedral y ver como
un par de parejas de japoneses con ropa de boda se dedicaban a sacar fotos en
su interior, continuamos camino por el Bajo Sena, viendo diversos pueblecitos y
encontrándonos con algún que otro “chateau” por el camino. Y viendo la
infinidad de pasos de transbordador que hay y que unen las dos orillas.
En Jumiègues, nos encontramos los restos de las grandiosas ruinas de la
Abadía.
Y desde ahí, ya nos fuimos a la costa. Alcanzamos Dieppe ya por la
tarde, pero por temor a no llegar a tiempo a nuestro hotel de esta noche, nos
limitamos a una vuelta en coche. Pero lo que si llegamos a ver, fue el
Cementerio Canadiense.
Dieppe
Como siempre que alcanzo a ver un cementerio de guerra, me
inunda un sentimiento de paz, recogimiento y gratitud. Infinita gratitud. No
quiero ni pensar que hubiera sido de nuestras vidas sin todos esos muchachos
que dieron su vida por una vida mejor. Cada vez que estoy en uno de ellos, se
me encoje el corazón, se me saltan las lágrimas y no ceso de hablarles,
Gracias, Gracias y 944 veces Gracias.
Y desde ahí, salimos volando para Le Havre, en dónde
llegamos a las 9:05, y con la preocupación de que a las 9 cerraban la recepción
del “Comfort Hotel l’Anglaterre”. En fin, siempre corriendo a todas
partes. Afortunadamente aún estaba la
recepcionista. La habitación, muy
chiquitilla, pero con una cama y un colchón fantástico. La cama más cómoda de
todas las vacaciones. Estuvo realmente genial. Daban ganas de llevarse el
colchón para el resto del viaje.
Y tengo yo una duda, ¿por qué siempre hay una luz tan tenue
en las habitaciones y en los baños? ¡¡¡¡Entre que la habitación era muy oscura
y la falta de luz, allí no se veía nada!!!!
Preparar todo para el día siguiente, darle una última ojeada
a la ruta de mañana y a descansar.
Lo describes como si estuvieran viviéndolo. Me encanta!!!
ResponderEliminarLo describes como si estuvieran viviéndolo. Me encanta!!!
ResponderEliminarMe alegro que te guste.
ResponderEliminar