lunes, 29 de febrero de 2016

Vacaciones 2015 en Francia - 10ª entrega

Día 12 – 16 de Septiembre de 2.015:   Península de Crozón-Locronan-Douarnenez-Pointe du Raz-Coray

Amanece otro día, pero vaya día. Todo cerrado de niebla y lluvia. Precisamente hoy que queremos ir a Pointe du Raz a ver esa zona de la costa y ver si podemos divisar algún faro de tantos como hay en la zona.

Nos vamos a desayunar (que, aunque bueno, no tiene mucho que ver con el desayuno tan estupendo de la otra casa) y nos lo pone el chico de ayer. Habla y habla y habla, medio en francés y otro medio en inglés, y entre unas cosas y otras nos vamos entendiendo. Pero el sigue hablando, ¡qué hombre! Nos da unas indicaciones y ya nos ponemos en marcha.


A pesar de la niebla nos vamos a ver la Península de Crozón, a ver que ocurre. Afortunadamente se despejó e incluso salió el sol a ratos, con lo que ya nos permitió ver el horizonte. Llegamos a Camaret-sur-Mer y nos encontramos con bastante gente visitando la zona.
Llegados aquí ya me voy dando cuenta que los faros están lejísimos y que no se pueden ver ni con prismáticos.



 Se nos va haciendo tarde, así que, al llegar a Crozón nos metemos en un barcillo a comer, yo me pedí "croque madame". Un poco antes de llegar, observamos a mano izquierda un conjunto megalítico.



Nos vamos hacia Locronan, con un cielo negro que mete miedo. Y como nos ocurrió otras veces, al salir de una curva, de repente, el pueblo. Un pueblo oscuro, de piedra, con un cielo que se oscurecía más y más por momentos. Pero un pueblo precioso, sacado de otra época y que por lo visto es escenario de muchas películas, no me extraña, es precioso, Lleno de tiendas de recuerdos y productos de alimentación. Había entre ellas una tienda preciosa, una tienda para escribir, "La Maison du Poète" dirigida por Raphael Romero. Una tienda deliciosa de objetos de escritura, llena de plumas, pliegos de papel, libretas, adorable. Una visita a una tienda típica, conservas, galletas, recuerdos, y al salir, de pronto, llegó el diluvio. Opción, irse para la iglesia corriendo. Conclusión, la iglesia estaba petada. ¡Que ni que fuera un día de fiesta! Así que, aprovechamos para darle una vuelta. Con suerte se relajó la lluvia y pudimos verla con menos gente. Por último, nuestro cafecito de sobremesa para espabilar, y rumbo a Douarnenez.















 Cuando llegamos nos encontramos que estaban como con el fin de una carrera ciclista o algo por el estilo, así que, nos limitamos a una vuelta en coche, porque no había ni donde aparcar. Al pasar por el puerto, nos encontramos con una zona de barcos de pesca abandonados.


Y como volvió a aclararse el cielo a ratos, ya desde aquí, nos vamos, al fin, a Pointe du Raz. A ver que pasa.

Al llegar (supertarde) nos encontramos con el aparcamiento que nos dicen que nos va a salir a 6 euros. Nos parece un sablazo, pero allá vamos. Llegamos cerca de las 6 de la tarde, que aquí estás en plena tarde haciendo mil cosas y allí nos encontramos con parte de las tiendas de recuerdos ya cerradas. Aprovechamos a comprar unas postales y la dueña me explica que el aparcamiento termina a las 7 y que dejan las barreras levantadas. Así que mira por donde nos vamos a librar de pagarlo. También nos indica que tenemos que caminar 800 metros por un sendero, para llegar realmente a la punta. Con tantas prisas hasta se me quedan los prismáticos en el coche.

Según vamos caminando por el sendero, notamos como cada vez hace más viento. Pasamos el Faro de Pointe du Raz, que está en terreno militar. Cada vez se hace más difícil caminar por el viento, pero en la zona de entrada no había viento. No me quiero imaginar cuando es un día ventoso, como se sentirá en la punta entonces.


La vista es asombrosa y con un día despejado tiene que ser precioso. Yo me acerco más a hacer fotografías, pero Cris ya llega un momento que no sigue andando y se queda a resguardo en unas rocas porque se la lleva el viento, jajajaja.



De pronto veo a una chica sacando fotos allá en unas rocas que me da pavor verla, porque me la estoy imaginando volando ya. Pero afortunadamente no lo hizo. Qué inconsciente.

Al frente, vemos a lo lejos la Ile de Sein, leemos que tiene muy poca altura y que está habitada por más de 200 personas. ¡Qué valor le echan! Aunque vemos algunas postales y se ve una isla preciosa.
Y mucho más allá está el Faro de Ar-Men, me hubiese gustado verlo, pero eso ya es imposible. El que si vimos, fue entre la costa y la isla, el faro de la Vieuille.


Y como cada vez hay menos gente y no queremos quedar las últimas en un sitio tan solitario, nos volvemos ya de vuelta. El aparcamiento ya solitario y sin nadie en la caseta. ¡¡Bien!!
Como bien dijo Cris, “Operación Faros, conseguida”.

Así que, de regreso a nuestra casa de Coray. Llegamos a las 9, o sea tardísimo y la creperie del pueblo ya cerrada y supercerrada. Otra noche sin cenar. Así la mitad de las veces. Con motivo andamos con provisiones siempre. Así que, picamos algo y a dormir, que mañana toca avanzar otro poco.

sábado, 27 de febrero de 2016

Vacaciones 2015 en Francia - 9ª entrega

Día 11 – 15 de Septiembre de 2.015:   Plounévez Lochrist-Lampaul-Guimiliau-Guimiliau-St.Thégonnec-Roscoff-Brest-Coray

Después de pasar la noche lloviendo, hoy amaneció un día completamente azul. Siguiendo nuestra rutina de los últimos días, de nuevo hay que encajar todo en la maleta y luego en el maletero. Con el paso de los días este temita ya va cargando un poco, pero bueno, como me decía alguien: ¡¡¡la dura vida del viajero!!!


Hoy tenemos el desayuno incluido, genial. Cuando pasamos al comedor, tenemos la mesa puesta, preciosa, con nuestro zumo de naranja, las jarritas, crepes, croisans, pan, ahhhh, allí había de todo. Un desayuno delicioso, acompañadas por ratos, del baby de la casa, ¡más majo!



Y con la pena de irnos de esta casa tan guay, ponemos rumbo hacia la zona de los Enclos Paroissiaux  (recintos parroquiales).  Se caracterizan por tres partes que coinciden en todos ellos: el arco de triunfo con unos escalones por donde se entra al recinto sagrado, un calvario que representa escenas de la Pasión y un osario junto al pórtico de la iglesia). Así que, allá vamos, hacia Lampaul-Guimiliau, nos encontramos con una iglesia muy curiosa, con algunas características comunes en todos ellos, como las vigas, y siempre acompañadas de esas vidrieras tan bonitas, que con las mañanas tan luminosas que solemos tener, hacen un efecto precioso en la piedra. Después fuimos a Guimiliau y por último a St. Thègonnec. Casualmente empezamos por la más “poquita cosa” y según fuimos avanzando nos encontramos con iglesias y calvarios cada vez mayores y más vistosos.







 Dimos una vuelta por Morlaix, dónde lo más característico es su viaducto y nos acercamos a ver la iglesia de Saint Melanie, con su cúpula estrellada.












Luego ya nos fuimos para Roscoff, en dónde ya aprovechamos para comer un par de galettes. Ahí ya vamos descubriendo que a mi me gustan y que Cris ya está hasta el gorro de ellas. Este pueblo se caracteriza por los Johnnies, vendedores de cebollas rojas que pasaban en barca a Inglaterra y vendían las cebollas en sus bicis. Aunque leemos que siguen existiendo no vemos nada que se le parezca. Nos damos un voltio por el pueblo y al final, vuelta al coche.






Nuestro siguiente destino es Brest. Lo malo es que se ha puesto una tarde malísima de lluvia y al llegar a media tarde, aquello acabó siendo un caos. Nuestra idea era ir a la costa, hasta Le Conquet, para poder ver la Ile d’Ouessant, pero aquello fue imposible, así que, optamos por dar vuelta e ir en busca de nuestro nuevo alojamiento. Además, con el día tan cerrado que quedó, posiblemente al llegar a la costa no viésemos nada de nada.

Hoy volvemos a parar de Chambre d’Hote, la “Chambre d’Hote de Coray". Sin mucha dificultad damos con el sitio, la finca se llama "Greenwood" y tras atravesar su portal y toda aquella zona frondosa, medio anocheciendo y lloviendo cada vez más, aquello parecía el escenario de una película de miedo. En unos metros, de repente un claro y la casa.

Nos abre la puerta una pareja y es el chico (súper parlanchín) el que nos lleva para la parte de atrás para indicarnos nuestro alojamiento. ¡Qué diferente es respecto al que dejamos esta mañana! Todo bastante antiguo, enchufes que no funcionan, llaves de la luz que no encienden, un armarito todo forrado de rojo por dentro y un calefactor en el baño, porque lo que si notamos es que hace bastante frio dentro de esta vivienda. Y problemas para cerrar con llave la habitación, qué resulta que aquí hay que subir la manilla para que cierre. Qué cosas más raras. Y como no hay ni tele para ver, y estamos rendidas, poco menos que un yogur y a la cama. A ver si hay suerte y amanece un día mejor, porque queremos ir para la costa.

Hasta mañana.