Día 12 – 16 de Septiembre de 2.015: Península de
Crozón-Locronan-Douarnenez-Pointe du Raz-Coray
Amanece otro día, pero vaya día. Todo cerrado de niebla y
lluvia. Precisamente hoy que queremos ir a Pointe du Raz a ver esa zona de la
costa y ver si podemos divisar algún faro de tantos como hay en la zona.
Nos vamos a desayunar (que, aunque bueno, no tiene mucho que
ver con el desayuno tan estupendo de la otra casa) y nos lo pone el chico de
ayer. Habla y habla y habla, medio en francés y otro medio en inglés, y entre
unas cosas y otras nos vamos entendiendo. Pero el sigue hablando, ¡qué hombre!
Nos da unas indicaciones y ya nos ponemos en marcha.
A pesar de la niebla nos vamos a ver la Península de Crozón,
a ver que ocurre. Afortunadamente se despejó e incluso salió el sol a ratos,
con lo que ya nos permitió ver el horizonte. Llegamos a Camaret-sur-Mer y nos
encontramos con bastante gente visitando la zona.
Llegados aquí ya me voy dando cuenta que los faros están lejísimos
y que no se pueden ver ni con prismáticos.
Se nos va haciendo tarde, así que, al llegar a Crozón nos metemos en un barcillo a comer, yo me pedí "croque madame". Un poco antes de llegar, observamos a mano izquierda un conjunto megalítico.
Nos vamos hacia Locronan, con un cielo negro que mete miedo.
Y como nos ocurrió otras veces, al salir de una curva, de repente, el pueblo.
Un pueblo oscuro, de piedra, con un cielo que se oscurecía más y más por
momentos. Pero un pueblo precioso, sacado de otra época y que por lo visto es escenario de muchas películas, no me extraña, es precioso, Lleno de tiendas de recuerdos y productos de alimentación. Había entre ellas una tienda preciosa, una tienda para escribir, "La Maison du Poète" dirigida por Raphael Romero. Una tienda deliciosa de objetos de escritura, llena de plumas, pliegos de papel, libretas, adorable. Una visita a una tienda típica, conservas, galletas, recuerdos, y al
salir, de pronto, llegó el diluvio. Opción, irse para la iglesia corriendo.
Conclusión, la iglesia estaba petada. ¡Que ni que fuera un día de fiesta! Así
que, aprovechamos para darle una vuelta. Con suerte se relajó la lluvia y
pudimos verla con menos gente. Por último, nuestro cafecito de sobremesa para
espabilar, y rumbo a Douarnenez.
Cuando llegamos nos encontramos que estaban como con el fin de una carrera ciclista o algo por el estilo, así que, nos limitamos a una vuelta en coche, porque no había ni donde aparcar. Al pasar por el puerto, nos encontramos con una zona de barcos de pesca abandonados.
Al llegar (supertarde) nos encontramos con el aparcamiento
que nos dicen que nos va a salir a 6 euros. Nos parece un sablazo, pero allá
vamos. Llegamos cerca de las 6 de la tarde, que aquí estás en plena tarde
haciendo mil cosas y allí nos encontramos con parte de las tiendas de recuerdos
ya cerradas. Aprovechamos a comprar unas postales y la dueña me explica que el
aparcamiento termina a las 7 y que dejan las barreras levantadas. Así que mira
por donde nos vamos a librar de pagarlo. También nos indica que tenemos que
caminar 800 metros por un sendero, para llegar realmente a la punta. Con tantas
prisas hasta se me quedan los prismáticos en el coche.
Según vamos caminando por el sendero, notamos como cada vez
hace más viento. Pasamos el Faro de Pointe du Raz, que está en terreno militar.
Cada vez se hace más difícil caminar por el viento, pero en la zona de entrada
no había viento. No me quiero imaginar cuando es un día ventoso, como se
sentirá en la punta entonces.
La vista es asombrosa y con un día despejado tiene que ser
precioso. Yo me acerco más a hacer fotografías, pero Cris ya llega un momento
que no sigue andando y se queda a resguardo en unas rocas porque se la lleva el
viento, jajajaja.
De pronto veo a una chica sacando fotos allá en unas rocas
que me da pavor verla, porque me la estoy imaginando volando ya. Pero
afortunadamente no lo hizo. Qué inconsciente.
Al frente, vemos a lo lejos la Ile de Sein, leemos que tiene
muy poca altura y que está habitada por más de 200 personas. ¡Qué valor le
echan! Aunque vemos algunas postales y se ve una isla preciosa.
Y mucho más allá está el Faro de Ar-Men, me hubiese gustado
verlo, pero eso ya es imposible. El que si vimos, fue entre la costa y la isla,
el faro de la Vieuille.
Y como cada vez hay menos gente y no queremos quedar las
últimas en un sitio tan solitario, nos volvemos ya de vuelta. El aparcamiento
ya solitario y sin nadie en la caseta. ¡¡Bien!!
Como bien dijo Cris, “Operación Faros, conseguida”.
Así que, de regreso a nuestra casa de Coray. Llegamos a las
9, o sea tardísimo y la creperie del pueblo ya cerrada y supercerrada. Otra
noche sin cenar. Así la mitad de las veces. Con motivo andamos con provisiones
siempre. Así que, picamos algo y a dormir, que mañana toca avanzar otro poco.