Día 9 – 13 de Septiembre de 2.015: Mont Saint Michel-Dinan-Dinard-Saint-Maló.
Hoy estamos a Domingo. Casi sin darnos cuenta ya llevamos
una semana en el país. Una semana dedicada por entero a Normandía. Y aunque el
reloj tocó tempranillo nos hicimos las remolonas y hasta las 9:00 o así no nos
pusimos en marcha. Ya empezamos a acusar el cansancio.
Desayunamos, llevamos todo al coche y nos fuimos a un
mirador que hay antes del puente y que aún no habíamos visto. Desde allí unas
vistas inmejorables del Monte.
Qué trabajo da irse de aquí. Es de los lugares más bellos que he visto y parecía que siempre te llamaba para que volvieses atrás, para volver la vista atrás. Toda la vida ha estado en mi casa una cajita que vino de aquí, hace la tira de años, tantos o más de los que tengo yo, y desde aquella siempre quise conocerlo, pero siempre me pareció que estaba tan lejos. Al fin, otro sueño cumplido.
Qué trabajo da irse de aquí. Es de los lugares más bellos que he visto y parecía que siempre te llamaba para que volvieses atrás, para volver la vista atrás. Toda la vida ha estado en mi casa una cajita que vino de aquí, hace la tira de años, tantos o más de los que tengo yo, y desde aquella siempre quise conocerlo, pero siempre me pareció que estaba tan lejos. Al fin, otro sueño cumplido.
Así que, dándose la vuelta una vez cada dos pasos, vamos
avanzando el camino. Y ya lo que nos queda es entrar a fisgar en las
supertiendas de recuerdos que hay en esta zona. Y como no somos de piedra….no
hacen falta más comentarios. Nos hacemos una comida frugal y ya nos vemos con
fuerza para abandonar el Monte Saint Michel y Normandía.
En apenas 20 Km el paisaje dio un cambio tremendo.
De repente, de pasar de terrenos llanos y con unas extensiones de maíz gigantescas, hemos pasado a … directamente una carretera cualquiera del interior de Galicia. Me parecía mentira cuando oía contar a la gente que estar en Bretaña era como estar en Galicia. Pero tengo que darles la razón. Toda la razón del mundo. Pasamos por Combourg, de dónde era natural Chateaubriand,
Pasamos a la calle principal y aquello era precioso. Una ciudad empedrada, toda humedecida pues había estado lloviendo y que me recordó muchísimo a Santiago con sus soportales. Nos metimos en una cafetería a tomar un cafecillo para espabilar (a buen precio, viendo blogs me habían asustado) y para la visita de turno a los aseos. Algo que me llama la atención por aquí, es que no suele haber más que un aseo. Para hombres y para mujeres. Y siempre están impecablemente limpios. Algo que tenía que ser tan normal, me ha parecido superasombroso.
Y de repente olía genial en la calle. Nos tropezamos con
una tiendecilla que vendía piedras aromatizadas y un montón de cosillas que fue
un pecado dar con ella. Sin comentarios, jejeje.
De pronto se puso a llover y de buena gana, y como ya
habíamos visto todo el centro, pensamos que era buen momento para ir por el
coche e ir hacia la parte baja.
Precioso, la zona del puerto. Callecitas con un montón de
estudios de pintura y de galerías de arte. De cuento.
Desde ahí, nos fuimos para Dinard, dónde estaban con su
famoso festival de cine británico. Nos acercamos hasta la playa y allí nos
encontramos una estatua de Alfred Hitchcock con sus cuervos, y otro tablero de
ajedrez de suelo.
Y ya desde ahí nos vamos hacia Saint Maló, que es dónde tenemos nuestro alojamiento de esta noche. El “B&B Saint Maló” Lo malo es que la dirección de Gps debía estar mal que nos hartamos a dar vueltas hasta que conseguimos encontrarlo. De momento, el primero en 8 días que tuvo ascensor. Ni siquiera tuvimos llave, nos dieron un código y con el abríamos la puerta. Muy estilo cajón, pero bueno, fue confortable, así que, a descansar para mañana.
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