Día 13 – 17 de Septiembre de 2.015: Quimper-Pays Bigouden-Concarneau-Pont
Aven-Lorient-Quéven.
Hoy nos toca poner todo en orden de nuevo y avanzar otro
poquito de camino. Ya empieza a costar levantarse a las 7, pero ahí estamos. Nos
pone el desayuno la chica y ni punto de comparación con su marido. No dice ni
mu. ¡Qué bueno! Todo lo contrario a él.
Nos vamos directamente hacia Quimper (capital de Finistère),
que nos dijo el chico que era muy bonito. Como ya suele ser habitual, lo
primero que destaca es la catedral. Es curiosa, pues no tiene un pasillo derecho,
si no, que se ladea hacia la izquierda (al parecer, para adaptarse a algunos
edificios que ya no existen, o como dicen algunos, que simboliza la cabeza de
Cristo inclinada sobre un hombro mientras moría en la cruz) y con una piedra
muy blanquita. Iniciaron su construcción en 1.239 y se finalizó en la década de
1.850. Esta mañana sí que amaneció con sol, y las vidrieras nos muestran unos
colores y reflejos en la piedra bellísimos.
Desde ahí ponemos rumbo al Pays Bigouden, zona muy
característica por las cofias (coiffes) de los trajes regionales
femeninos. Nos acercamos hasta Penmarc’h
y aparte de los turistas había un grupillo de surfistas que con más intención
que otra cosa, allí andaban saltando en el agua.
Nos vamos para Concarneau con intención de comer allí y para
ver el recinto amurallado. Y hoy que llegamos temprano me voy a dar el lujazo
de darle a los “moules frites”, porque en casi todo el tiempo que llevamos aquí
no hago más que ver a gente con cazuelas en su mesa. Así que, hoy le toca.
De momento nos toca un camarero que nos habla en castellano
y nos trae unos aperitivos, y cuando me viene con la cazuelita, resulta que son
un porrón de mejillones al vapor (pequeñitos) con una base de salsa de queso y
acompañados de un cucurucho de patatas fritas.
O_o. ¡La verdad es que estaban bien ricos! La cazuela muy mona, con tapa
y asas, así, al destaparla, ya tienes recipiente para poner las cáscaras. ¡Todo
pensado! Postre. Café.
Después de semejante atracón, nos vamos a ver la parte vieja
de la ciudad, la Ville Close. En realidad es una islita amurallada a la que
accedes por un puente. Y de nuevo, parece que entras en otra época, aunque con
todas las casas llenas de tiendas. Y
claro, para no hacerle un feo, pues acabé picando y ahora tengo un chaquetón
marinero en blanco, chulísimo y muy “abrigosito”. ¡Anda! Si me hace juego con
el gorrito y la bufanda de Etretat….. jijiji.
Siguiente punto: Pont Aven, tierra de pintores. Gauguin
estuvo ahí y en la actualidad está llena de galerías de arte, unas 50, puerta
si, puerta no. Ya es un poco tarde, así que, aprovechando que tenemos sol, nos
damos una vuelta por el pueblo, hacemos unas fotos a la zona del río,
superchulas y nos vamos hacia Lorient, ciudad hermanada con Vigo, arrasada
durante la guerra, y ya nos fuimos para Quéven, punto en el que estaba nuestro
alojamiento de esta noche.
Paramos en una chambre d’hôte, “Chambre d’Hote Jak et Laurent” que como
bien predijo Cris por los nombres, está regentada por un matrimonio de chicos,
superamables, uno de ellos hablaba un poco de español y con un perro superchulo
que estaba malucho esos días. Y como ellos se iban al teatro, pues allí
quedamos con toda la casa para nosotras, cenando, con la tele gallega y al rato,
a dormir, que siempre acabamos rendidas.
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