Día 15 – 19 de Septiembre de 2.015: Vannes-Josselin-Malestroit-La Gacilly-Saint-Martin-sur-Oust-Rochefort-en-Terre-Vannes.
Hoy nuestro reloj toca a las 7:15 y ya acusamos el
cansancio, porque hasta media hora más tarde no le hacemos ni caso. Hoy es
mucho más fácil, pues repetimos alojamiento, así que, al terminar de desayunar
nos vamos pitando.
Lo primero es ir a ver Vannes, ya que ayer, con la vuelta
que le dimos en coche, nos pareció una ciudad muy bonita.
En la catedral, está
la tumba de San Vicente Ferrer, santo español que murió en esta ciudad en
1.419, dentro de una capillita (en dónde estaba prohibido el paso) había unas
cuantas personas y como ni me fijé pues me fui para dentro. Al cabo de un rato
me vi sola, y yo tan tranquila, hasta que vino una señora a encender una vela,
y allá que me largó un responso. Jeje, claro, ¡así estaba yo tan sola! Luego lo
entendí.
Por lo que puedo ver, veneran mucho a Santa Ana, por algo es la patrona de Bretaña.
Después de darle una buena visual a la catedral, a esas
calles tan bonitas llenas de casas de entramado, comprar unas postales y
aprovechar para hacer una primitiva, a ver si toca (no tocó) nos dirigimos
hacia el interior y vamos a Josselin. Primer mosqueo del día, el navegador que
tenemos nos dio una vuelta tontísima, tanto como 20 km de propina, ahhhrrrgggg.
Al llegar descubrimos un pueblo currísimo. Ciudad antigua,
casas con entramado de madera. Y aparcamos justo en la placita entre el
Ayuntamiento y la iglesia del pueblo. Como se puede subir a la torre, pues allá
me voy, cámara en mano a por los 137 escalones. Cris y sus vértigos me esperan
abajo. Cuando ya estaba muerta, empiezo a encontrar mensajes de ánimo, jeje,
Llegué arriba casi a rastras. La vista chulísima, le di un par de vueltas, hice
mogollón de fotos, tuve suerte que no tocaron las campanas en el rato que
estuve…. Y después, escaleras abajo de nuevo.
Mareadísima llegué con tanta vuelta. Después nos fuimos a ver la iglesia
por dentro. La estaban preparando para una boda esa tarde. Había una capilla
aparte, en dónde se veía una tumba (de Olivier de Clisson y su segunda esposa
Marguerite de Rohan) y con un pequeño pasillo con un banco para orar allí, y a
la par con una celosía por el otro lado que permitía estar en los oficios en
privado. En la zona dónde estaba la pila bautismal encontramos otra celosía.
Y la comida fue una aventura por si misma. Hay gente que de verdad que no se muere de un infarto por las prisas.
Y claro, como se hizo tardísimo, le dimos un último voltio al pueblo, un par de compras y ya nos fuimos hacia Malestroit. Ya en casa, vi unas fotos de una zona de ese pueblo preciosa, pero que allí ni nos enteramos. Cachis, otro motivo para volver. Supongo que ya tantos kilómetros y tantas cosas, llegó un momento que ya nos perdimos cosillas.
Continuamos hacia La Gacilly, conocido porque es el pueblo
de la marca de cosmética de Yves Rocher. Como era sábado por la tarde estaba
todo cerrado pero nos pudimos dar una vuelta por su jardín botánico con un
montón de plantas y un jardín de bambú. Luego nos fuimos a dar una vuelta por
el pueblo, como todos los de la zona, precioso, todo de piedra, con sus
callejuelas. Por cierto que vimos un cartel de una calle dónde descubrimos que
Yves Rocher fue alcalde del pueblo durante un montonazo de años.
Y ya desde allí, nos vamos a ver el último pueblo del día, Rochefort-en-Terre. Por la mitad del camino nos toca pasar por un pueblín con un puente que cruza el río, Saint-Martin-sur-Oust. Así, sin quererlo, una de las vistas más bonitas del día. Los reflejos en el agua, el puente, las flores, la orilla. Superchulo. Una de esas sorpresas que te da el camino.
Y ya de vuelta al “hogar”, de noche, picar algo y ya dejar
todo listo para mañana…que ya tocará ser la última etapa en Bretaña.
Dulces sueños,
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