jueves, 3 de marzo de 2016

Vacaciones 2015 en Francia - 13ª entrega

Día 15 – 19 de Septiembre de 2.015:   Vannes-Josselin-Malestroit-La Gacilly-Saint-Martin-sur-Oust-Rochefort-en-Terre-Vannes.

Hoy nuestro reloj toca a las 7:15 y ya acusamos el cansancio, porque hasta media hora más tarde no le hacemos ni caso. Hoy es mucho más fácil, pues repetimos alojamiento, así que, al terminar de desayunar nos vamos pitando.


Lo primero es ir a ver Vannes, ya que ayer, con la vuelta que le dimos en coche, nos pareció una ciudad muy bonita. 







En la catedral, está la tumba de San Vicente Ferrer, santo español que murió en esta ciudad en 1.419, dentro de una capillita (en dónde estaba prohibido el paso) había unas cuantas personas y como ni me fijé pues me fui para dentro. Al cabo de un rato me vi sola, y yo tan tranquila, hasta que vino una señora a encender una vela, y allá que me largó un responso. Jeje, claro, ¡así estaba yo tan sola! Luego lo entendí.


Por lo que puedo ver, veneran mucho a Santa Ana, por algo es la patrona de Bretaña.










Después de darle una buena visual a la catedral, a esas calles tan bonitas llenas de casas de entramado, comprar unas postales y aprovechar para hacer una primitiva, a ver si toca (no tocó) nos dirigimos hacia el interior y vamos a Josselin. Primer mosqueo del día, el navegador que tenemos nos dio una vuelta tontísima, tanto como 20 km de propina, ahhhrrrgggg.

Al llegar descubrimos un pueblo currísimo. Ciudad antigua, casas con entramado de madera. Y aparcamos justo en la placita entre el Ayuntamiento y la iglesia del pueblo. Como se puede subir a la torre, pues allá me voy, cámara en mano a por los 137 escalones. Cris y sus vértigos me esperan abajo. Cuando ya estaba muerta, empiezo a encontrar mensajes de ánimo, jeje, 




Llegué arriba casi a rastras. La vista chulísima, le di un par de vueltas, hice mogollón de fotos, tuve suerte que no tocaron las campanas en el rato que estuve…. Y después, escaleras abajo de nuevo.  



 



Mareadísima llegué con tanta vuelta. Después nos fuimos a ver la iglesia por dentro. La estaban preparando para una boda esa tarde. Había una capilla aparte, en dónde se veía una tumba (de Olivier de Clisson y su segunda esposa Marguerite de Rohan) y con un pequeño pasillo con un banco para orar allí, y a la par con una celosía por el otro lado que permitía estar en los oficios en privado. En la zona dónde estaba la pila bautismal encontramos otra celosía.







Y la comida fue una aventura por si misma. Hay gente que de verdad que no se muere de un infarto por las prisas.



Y claro, como se hizo tardísimo, le dimos un último voltio al pueblo, un par de compras y ya nos fuimos hacia Malestroit. Ya en casa, vi unas fotos de una zona de ese pueblo preciosa, pero que allí ni nos enteramos. Cachis, otro motivo para volver. Supongo que ya tantos kilómetros y tantas cosas, llegó un momento que ya nos perdimos cosillas.





Continuamos hacia La Gacilly, conocido porque es el pueblo de la marca de cosmética de Yves Rocher. Como era sábado por la tarde estaba todo cerrado pero nos pudimos dar una vuelta por su jardín botánico con un montón de plantas y un jardín de bambú. Luego nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo, como todos los de la zona, precioso, todo de piedra, con sus callejuelas. Por cierto que vimos un cartel de una calle dónde descubrimos que Yves Rocher fue alcalde del pueblo durante un montonazo de años.






Y ya desde allí, nos vamos a ver el último pueblo del día, Rochefort-en-Terre. Por la mitad del camino nos toca pasar por un pueblín con un puente que cruza el río, Saint-Martin-sur-Oust. Así, sin quererlo, una de las vistas más bonitas del día. Los reflejos en el agua, el puente, las flores, la orilla. Superchulo. Una de esas sorpresas que te da el camino.






Y ya con tanta parada, llegamos al pueblo con menos luz de la deseada. El pueblo precioso, me lo había recomendado mi jefe, la pena fue la falta de luz, todas las fotos salieron un poco pachuchillas. Requetebonito, suelo empedrado, casitas de piedra, hiedra ya casi roja en las fachadas de las casas, esos carteles metálicos de los locales que tanto me gustan. No nos hartábamos de hacer fotos por todas partes.





Y ya de vuelta al “hogar”, de noche, picar algo y ya dejar todo listo para mañana…que ya tocará ser la última etapa en Bretaña.

Dulces sueños, 

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